Trastornos convulsivos-Crisis febriles

Los trastornos convulsivos constituyen el signo neurológico más frecuente en el recién nacido y habitualmente intuyen la existencia de un problema cerebral grave. La frecuencia es mucho mayor en los niños prematuros y de bajo peso que en los recién nacidos a término. Las descargas eléctricas cerebrales, que son el origen de las convulsiones, son incapaces de manifestarse en el recién nacido como en el niño mayor o el adulto, debido a la inmadurez funcional y estructural del sistema nervioso central en el periodo neonatal, lo que frecuentemente dificulta su detección.

El neonato no puede, como ya hemos dicho anteriormente, presentar convulsiones tónicoclónicas generalizadas, sólo es capaz de presentar convulsiones focales, multifocales o, lo que es más frecuente, los denominados equivalentes convulsivos, como crisis de chupeteo, de pedaleo, de parpadeo, apneas, etc., (la convulsión traduce generalmente una agresión del sistema nervioso central; estas causas pueden ser múltiples en el recién nacido e incluyen, entre otras, muchas de las que son causa de apnea). La etiología de las convulsiones en el recién nacido es muy variada y ésta no siempre puede aclararse. Las causas más frecuentes de crisis convulsivas en el recién nacido son:
    Resultado de imagen de crisis convulsivas niños
  • Encefalopatía hopixico-isquémica
  • Hemorragia cerebral
  • Hematoma subdural o infarto cerebral
  • Infecciones neonatales: meningitis
  • Infecciones prenatales: toxoplasmosis, citomegalovirus, etc.
  • Alteraciones metabólicas: hipoglucemia, hipocalcemia, hipomagnesemia.
  • Trastornos hidroelectrolíticos
  • Síndrome de abstinencia
  • Metabolopatías
  • Malformaciones del sistema nervioso central
  • Drogas administradas a la madre
  • Kernicterus

En la actualidad existe evidencia de que la convulsión puede empeorar el cuadro de lesión cerebral que la provoca si esta no es tratada con rapidez y adecuadamente. Se deben identificar cambios en el aspecto del niño, de color, de actitud, movimientos repetitivos, como signos de sospecha de convulsión. Es importante tener presente los síntomas de abstinencia en hijos de madres drogo dependientes. Un cuadro de apneas repetidas puede ser la única manifestación de un cuadro convulsivo. Además, las convulsiones neonatales aumentan el riesgo de padecer secuelas neurológicas: parálisis cerebral, retraso mental y epilepsia. Unos cuidados y un tratamiento adecuados pueden minimizar dichas secuelas. Actualmente se están estudiando diversas medidas de neuroprotección.

Las crisis febriles son es el trastorno convulsivo más frecuente en la infancia, con un muy buen pronóstico en general. Es un trastorno transitorio de la niñez que se presenta relacionado con la fiebre y cuya causa se desconoce. La mayoría de las veces ocurre con un cuadro respiratorio o digestivo, con el exantema súbito y con la otitis media, por ejemplo.
Resultado de imagen de crisis febrilesEstas crisis son el problema más común de la práctica neurológica pediátrica, con una incidencia del 2-5% en niños menores de 5 años. Suelen ser crisis tónico-clónicas generalizadas, de corta duración con o sin pérdida de consciencia. Ocurren preferentemente cuando hay una subida de fiebre y no cuando hay una fiebre mantenida.
La incidencia es más alta en niños que en niñas y parecen ser hereditarias.
Se presentan principalmente en niños de edades comprendidas entre los seis meses y los seis años. Son poco frecuentes antes de los cinco o seis meses y después de los cinco años, y excepcionales después de los siete u ocho años. Se clasifican en convulsiones febriles simples, que son breves y generalizadas (80%), y en atípicas o complejas, que son prolongadas y focales (20%).

  • Crisis convulsivas febriles típicas o simples: Se presentan con fiebre, que es su causa, en niños que sufren una enfermedad infecciosa extracerebral, sin antecedentes neurológicos. Se dan con una subida repentina de fiebre de 38º o más. Duran alrededor de 10 minutos (menos de 15 minutos) y son más frecuentes en las enfermedades víricas que en las infecciosas.


  • Crisis convulsivas febriles atípicas o complejas: Se presentan con fiebre, pero la causa es otra. Generalmente se dan en niños que previamente tenían un desarrollo anormal o en los que la fiebre actúa como desencadenante de un problema crónico enmascarado y que se hará evidente más tarde, es decir, en niños con una exploración neurológica anormal. Duran más de 15 minutos y pueden ser recurrentes durante las 24 horas siguientes. Un 93% de ellas evolucionan hacia la epilepsia y entre los factores de riesgo se encuentran los antecedentes familiares y haber tenido la primera crisis febril antes de los 9 meses de vida. Después de estas crisis se puede producir parálisis de Todd.


El tratamiento habitual del niño que tiene una crisis convulsiva febril simple se enfoca en la búsqueda de la causa de la fiebre y en emplear medidas antitérmicas.
El objetivo principal tras una primera crisis de convulsión febril es excluir otras posibilidades diagnósticas. Hay que descartar un proceso infeccioso (meningitis) u otras posibles causas como intoxicaciones, desórdenes electrolíticos y traumatismo craneoencefálico.
Cuando las convulsiones febriles ocurren con mucha frecuencia, habrá que tener en cuenta qué riesgo es mayor, si la recurrencia de las crisis o los efectos adversos de la medicación indicada para prevenirlas. Los factores que se analizarán son: antecedentes de crisis anteriores con riesgo, presencia de un trastorno neurológico de base y el nivel de comprensión de la familia.






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