Toxoplasmosis congénita

Se conoce como toxoplasmosis congénita a la infección fetal producida por el parásito Toxoplasma gondii en el transcurso del embarazo. La transmisión se realiza a través de la placenta y se produce cuando la infección aguda se adquiere por primera vez durante la gestación excepto con aquellos pacientes que pesentan infección crónica activa. 

Los humanos se infectan generalmente por consumo de carne cruda o poco cocida que contiene quistes, o por ingestión accidental de alimentos contaminados. Se ha demostrado la transmisión del parásito por transfusión de sangre o por derivados hemáticos y transplante de órganos o células madre procedentes de un donante seropositivo con infección latente.

El tiempo que transcurre entre la infección de la placenta y la transmisión al feto puede variar pero suele durar entre 4 y 16 semanas. La frecuencia de infección fetal tienen una relación inversa con la edad gestacional: es más alta cuando la infección materna se produce en el tercer trimestre (60%), que cuando se da en el segundo (30%) o en el primero (10%). Pero la gravedad de la infección es mayor a menor edad gestacional.

En la embarazada, los síntomas de toxoplasmosis aguda pueden ser pasajeros e inespecíficos. Por lo general, si esta infección se adiquiere después del nacimiento, no presenta síntomas. Cuando estos aparecen, consisten en malestar general, cefalea, fiebre, dolor de garganta, dolores musculares y debilidad y fatiga. Las linfadenopatías, por lo general cervicales, son el signo más común. En ocasiones esta patología se confunde con la mononucleosis. 

En el bebé, la transmisión del parásito se da en una media de 30-40% de los casos, aunque como se dijo antes, varía según la edad gestacional. En ausencia de tratamiento, la mayoría de los fetos infectados durante el primer trimestre mueren en el útero o durante el período neonatal. Sin embargo, la mayoría de los fetos infectados durante el segundo y tercer trimestre presentan una enfermedad leve o subclínica en el período neonatal. 

En recién nacidos con toxoplasmosis congénita la presentación puede tener de uno a cuatro patrones:
- Enfermedad neonatal sintomática
- Enfermedad sintomática desarrollada durante los primeros meses de vida
- Secuelas o recaídas en los primeros meses o durante la infancia, de una infección no diagnosticada
- Infección subclínica

Los signos clínicos que con mayor frecuencia se presentan en el nacimiento son:
- Hidrocefalia
- Sordera
- Microcefalia
- Convulsiones
- Retardo psicomotor
- Hepatomegalia y esplenomegalia
- Fiebre o hipotermia
- Vómitos
- Diarrea
- Estrabismo
- Ictericia
- Atrófia óptica

El toxoplasma no parece tener efectos teratogénicos y las lesiones neuropatológicas reflejan la inflamación y destrucción de los tejidos fetales que presagian mala evolución neurológia. La toxoplamosis ocular aislada se debe, por lo general, a una infección congénita pero también afecta a individuos con infección adquirida. 

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