Epilepsia

Una crisis epiléptica es el resultado de una descarga neuronal cortical excesiva, que puede ser focal, generalizada o generalizarse secundariamente, y que es seguida de manifestaciones clínicas, produciendo un trastorno autolimitado de la consciencia, comportamiento, emoción o cualquier función cortical, dependiendo de la localización y características de las descargas.
Es importante clasificar las crisis convulsivas por varias razones. En primer lugar, el tipo de crisis puede proporcionar una buena pista para averiguar la causa del trastorno convulsivo. En segundo lugar, la correcta clasificación proporciona una base sólida sobre la que emitir un pronóstico. Sin embargo, la clasificación clínica puede resultar difícil, porque las manifestaciones de los distintos tipos de crisis pueden ser muy parecidas. Ademá, las características de la crisis serán las del tipo de circuito que se vea alterado. Es decir, hay tantos tipos de crisis como funciones tiene el cerebro.
El 15% de los niños menores de 15 años van a padecer trastornos convulsivos, distribuidos aproximadamente de la siguiente manera: 10% trastornos no epilépticos; 3- 4% convulsiones febriles; y 1-1,5% crisis epilépticas, la mitad de ellas con carácter único y la otra mitad con carácter recidivante, por lo que ya tendríamos que hablar de epilepsia.
Básicamente se diferencian dos tipos de crisis:
1. Las crisis parciales o focales se deben a descargas neuronales corticales que comienzan en una parte del cerebro. Se manifiestan con distintos tipos de crisis, en relación con la región cerebral en la que surgó la descarga (por ejemplo, alucinaciones visuales). Si las descargas se extienden al resto del cerebro hablamos de generalización secundaria (por ejemplo, alucinaciones visuales que se siguen de una crisis tónico-clónica, es decir, una convulsión que compromete todo el cuerpo).
El 40% de las crisis que se dan en la infancia pertenecen a este grupo.
Las crisis parciales se subclasifican en crisis parciales simples, cuando no hay alteración de la consciencia, y crisis parciales complejas, cuando ésta sí se produce.
- Las crisis parciales simples pueden ser motoras, sensitivas o psíquicas: Las motoras son aquellas en las que se producen contracciones musculares involuntarias de una parte del cuerpo y que se pueden extender a otra localización. Las sensitivas consisten en parestesias o alucinaciones visuales-auditivas. Las de la esfera psíquica incluyen fenómenos déjà-vu, alucinaciones e ilusiones complejas, miedo, etc.
- Las crisis parciales complejas pueden comenzar con aura (conjunto de sensaciones que experimenta una persona epiléptica antes de una crisis). También se clasifican en motoras o sensitivas. Las motoras son del tipo de automatismos, es decir, involuntarias, como por ejemplo, automatismos orofaciales.

2. Las crisis generalizadas tienen signos clínicos iniciales que sugieren una implicación inicial y simultánea de ambos hemisferios. Tras una crisis se pueden presentar fenómenos postcríticos, que se corresponden con una pérdida transitoria de la función del área cerebral afectada (por ejemplo, parálisis postictal de Todd). Así mismo, tras una crisis generalizada muy fuerte, el paciente permanecerá estuporoso durante minutos u horas hasta que se recupere la actividad normal de su corteza cerebral, pues durante la crisis el cerebro sufre los efectos del hipermetabolismo al que se le somete. Dentro de las crisis generalizadas podemos distiguir entre:
- Crisis de ausencia: consisten en una pérdida de conciencia que se puede acompañar de automatismos o de movimientos involuntarios de las extremidades.
- Mioclónicas: caracterizadas por movimientos involuntarios rápidos de extremidades o de todo el cuerpo.
- Atónicas: se caracterizan por una pérdida del tono muscular que deriva en caída.
- Tónicas: con adquisición de posturas distónicas, rígidas y desviación oculocefálica.
- Clónicas: contracciones simétricas de las extremidades sin pérdida de conocimiento.
- Tónico-clónicas: pueden venir precedidas de aura con disconfort epigástrico. Estas crisis constan de una fase tónica, seguida de una fase clónica, y a continuación una fase de sueño profundo. Durante la fase tónica el niño está inmóvil, con las mandíbulas apretadas, los ojos en revulsión, la respiración detenida y los miembros rígidos. El pulso suele hacerse débil e irregular. Esta fase tónica dura aproximadamente 10-20 segundos, durante los cuales el niño puede estar apneico y presentar cianosis. También puede haber aumento de salivación acompañado de imposibilidad de tragar saliva. En la fase clónica, la cara hace muecas, los ojos se agitan, los miembros son sacudidos por movimientos rítmicos de flexión y extensión y existe la posibilidad de que el niño se muerda la lengua y de que sufra un episodio de incontinencia urinaria y fecal. Esta fase dura aproximadamente 30 segundos y va seguida de una fase resolutiva en la cual los clonismos cesan, el cuerpo se relaja y aparece una especie de coma o sueño durante horas. Cuando el niño se despierta está plenamente consciente pero con amnesia, y suele presentar cefalea, cansancio y confusión.
Además, según la etiología de las crisis, podemos distinguir dos tipos de epilepsias:
- Se habla de epilepsia primaria o idiopática cuando el origen de las crisis es desconocido. Suelen tener predisposición genética y se cree que se deben a alteraciones de neurotransmisores o de receptores.
- Las epilepsias secundarias son aquellas debidas a lesiones intracraneales (tumores, infartos, etc.), alteraciones metabólicas, errores congénitos del metabolismo, anoxia, fármacos y abstinencia de drogas o alcohol. Cuando se supone que la causa de la epilepsia es un trastorno cerebral focal pero no se consigue demostrarlo, hay que hablar de epilepsia criptogénica.
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