Epilepsia II

La etiología de las crisis es distinta para cada grupo de edad. La mayoría de las epilepsias idiopáticas comienzan antes de los 20 años. En la lactancia predominan la hipoxia perinatal, los trastornos genéticos y las malformaciones como origen de las crisis, mientras que en la infancia y adolescencia son más comunes las epilepsias idiopáticas, y las causadas por infecciones y traumatismos.

Causas principales causas de epilepsia según la edad serían:

Neonatos
Infancia (<12 años)
Adolescencia
-Hipoxia e isquemia perinatal
-Infección (meningitis, encefalitis, abscesos cerebrales)
-Traumatismos craneoencefálicos (TCE)
-Trastornos metabólicos (hipoglucemia, hipocalcemia, hipomagnesemia, déficit de piridoxina)
-Malformaciones congénitas
-Trastornos genéticos 

-Crisis febriles
-Infecciones
-TCE (traumatismos craneoencefálicos)
-Tóxicos y defectos metabólicos
-Enfermedades degenerativas cerebrales
-Idiopáticas

-Idiopáticas
-TCE (traumatismos craneoencefálicos)
-Infecciones
-Enfermedades degenerativas cerebrales
-Alcohol




Trastornos convulsivos en los neonatos

Las crisis convulsivas del niño recién nacido porque en esta etapa de la vida se acumula un número considerable de factores que pueden provocarlas. Estas serían hipoxia, hemorragia, infección, desórdenes metabólicos, drogodependencia materna... Estos niños, a diferencia de los niños mayores, no suelen tener convulsiones muy definidas, presentando manifestaciones difíciles de reconocer como tales.
Los trastornos convulsivos pueden llegar al 20% en niños recién nacidos pretérmino, debido a la inmadurez del sistema nervioso central. Las manifestaciones pueden consistir en: temblores, movimientos de succión o deglución, protusión de la lengua, pedaleo, movimientos oculares, cianosis, etc.
Existen clasificaciones muy dispares. Lo más importante es saber que la observación y descripción minuciosa es fundamental para aclarar el diagnóstico, que conviene que sea lo más precoz posible para establecer el tratamiento más adecuado y así evitar secuelas, en muchas ocasiones, para toda la vida.

Trastornos convulsivos en los lactantes y niños pequeños

En esta edad predominan las convulsiones llamadas febriles, que se desarrollan en otro apartado por su frecuencia y peculiaridad y que suelen tener buen pronóstico. Sin embargo, el resto de convulsiones que suelen aparecer en estas edades (aproximadamente entre los 3 meses y los 3 años) son en general de mal pronóstico como, por ejemplo:
  • Síndrome de West: El más grave y frecuente entre los 4 y los 9 meses (lactantes). Se caracteriza por crisis generalizadas que se clasifican dentro de las epilepsias y cursa con espasmos que pueden ser de flexión, de extensión y mixtos, siendo estos últimos son los más frecuentes. Debido al problema cerebral que induce estos espasmos, el niño suele padecer retraso psicomotor.
  • Síndrome de Lennox-Gastaut: Se trata de un cuadro de crisis generalizadas, secundario a lesiones perinatales o a un síndrome de West. Suelen tener mala respuesta al tratamiento y mal pronóstico y su mayor incidencia ocurre en torno a los 2 años. Son muy frecuentes cada día y casi todos los niños que lo sufren tienen retraso mental, debido a la enfermedad cerebral que produce también la epilepsia.



Trastornos convulsivos en edad escolar y adolescencia

Predominan en esta etapa las epilepsias de muy variados tipos, generalizadas y parciales. Las parciales se denominan también epilepsias benignas de la infancia y en ellas puede distinguirse entre la Rolándica y  la Occipital, cuyo nombre indica la zona activada. En términos generales evolucionan bien; las parciales mejor que las generalizadas.
En la Epilepsia Rolándica las crisis se producen preferentemente durante el sueño. Son crisis elementales que suelen afectar a la musculatura de la cara y que inducen babeo y dificultad para hablar durante unos segundos. Es la epilepsia más frecuente durante la infancia, ya que afecta al 30% de niños con epilepsia entre los 5 y los 13 años de edad. No suele requerir de tratamiento medicamentoso y desaparece espontáneamente en la pubertad.

Un trastorno epiléptico característico de en la niñez y la adolescencia son los síndromes epilépticos: un conjunto de síntomas que incluyen crisis de epilepsia y que se agrupan en función de unos signos y patrones comunes,  como la edad de aparición.
Además de los ya citados Síndrome de West, Síndrome de Lennox-Gastaut y Epilépsia Rolándica nos encontramos con los siguientes síndromes:
  • Ausencias infantiles: Son unas crisis muy frecuentes que se producen varias veces al día. En ellas el niños pierde el conocimiento y mantiene la mirada fija durante unos segundos. Suele aparecer entre los tres y los 10 años, y es uno de los síndromes más benignos.
  • El Síndrome de Dravet, también conocido como epilepsia mioclónica severa de la infancia. Suele aparecer entre los 4 y los 12 meses de vida y se caracteriza por convulsiones clónicas o tónico-clónicas generalizadas de duración prolongada. A veces cursan con estados de fiebre.
  • Epilepsia Mioclónica Juvenil: Este tipo de síndrome aparece en la adolescencia, sobre todo en mujeres, y conlleva crisis convulsivas al principio del día. Algunas crisis van acompañadas de ausencias epilépticas.

¿Cómo se diagnostica la epilepsia?

Generalmente se hace un diagnóstico de epilepsia cuando los ataques se producen más de una vez sin una causa identificable, tales como la fiebre o una lesión. Además, el ninño tendrá que haber sufrido como mínimo dos crisis no provocadas.
El paso inicial consiste en el diagnóstico diferencial de las crisis con otros cuadros que producen síntomas transitorios, como síncope, pseudocrisis, accidentes isquémicos transitorios, narcolepsia-cataplejia, migraña, vértigo paroxístico, amnesia global transitoria o hipoglucemia, entre otros. El diagnóstico del tipo de crisis es principalmente clínico, aunque en ocasiones se necesiten pruebas complementarias para establecer el origen focal o generalizado de una crisis.
Para que una persona sea diagnosticada con epilepsia 
El diagnóstico del síndrome epiléptico se hará en base a la clínica, apoyándose principalmente en dos pruebas complementarias: el electroencefalograma (EEG) y la neuroimagen.
Resultado de imagen de electroencefalograma niños
  • EEG: registra la actividad eléctrica generada por la neuronas de nuestra corteza cerebra.. Un EEG convencional suele mostrar alteraciones epileptiformes en la mitad de los epilépticos, aunque no se debe olvidar que un 10-15% de la población normal puede tener alguna anomalía electroencefalográfica, por lo que un paciente con un EEG anormal sin síntomas nunca ha de ser tratado. Los estudios de EEG con privación de sueño son útiles para discriminar actividad epileptiforme no visible en el EEG convencional y son especialemente importantes en niños. La normalidad del EEG no descarta epilepsia.
  • Neurorradiología: la tomografía axial computerizada y la resonancia magnética nuclear son las técnicas de elección para detectar lesiones estructurales del sistema nervioso central, siendo la segunda más sensible y específica.

Tratamiento

En la actualidad los tratamientos para las crisis epilépticas son muy eficaces. En algunos casos se pueden eliminar las causas de las crisis y en la mayoría se pueden controlar. En casi todas las ocasiones se puede mejorar la calidad de vida de las personas que padecen epilepsia. Los tratamientos de las crisis epilépticas incluyen:
  • Medicamentos: estos fármacos no cambian la susceptibilidad del cerebro para producir los ataques, si no que tratan los síntomas de la epilepsia reduciendo la frecuencia de los ataques. Lo medicamentos no funcionarán correctamente hasta que alcancen cierto nivel en el cuerpo y ese nivel se mantenga.
  • Cirugía: en epilepsias resistentes a los fármacos y que comprometen la vida o el desarrollo del niño, se extirpa ,mediante una operación quirúrgica, la zona del cerebro que actúa como foco epileptico.
  • Dieta cetógena: en las dietas cetógenas se consumen principalmente grasa, de forma que se altera nuestro metabolismo y se pone al cuerpo en cetosis. De esta forma, el cerebro en lugar de "quemar" azúcar quemará grasas, reduciendose así la excitación cerebral y disminuyendo las crisis epilépticas.
  • Estimulación del nervio vago: es una alternativa a las epilepsias refractarias a fármacos, que reduce la intensidad y la frecuencia de las crisis. A través de un electrodo, una pequeña batería implantada en el clavícula realiza descargar eléctricas intermitentes en el nervio vago, que conecta el cerebro con el resto del cuerpo. Mediante la estimulación vagal, se cree evitar que las zonas que producen la crisis descarguen su electricidad al mismo tiempo.



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